Drácula y Hungría

CAPÍTULO V: DRÁCULA Y HUNGRÍA

SERIE: JUEGO DE TRONOS EN LA HUNGRÍA MEDIEVAL II: EL REY CUERVO

Cap. 1: La Biblioteca del Cuervo

Cap. 2: Las Reformas de un Rey Justo

Cap 3: El Ejército Negro

Cap 4: El Ejército Negro ante la Sublime Puerta

Representación de Drácula en una película en versión húngara


Introducción

Cuando vivía en Dinamarca recuerdo que, cerca de la residencia donde estaba había un bar donde existía una gran opción de juegos de mesa. Mi favorito por aquel entonces era uno con el nombre de “La Furia de Drácula” en el que había cuatro jugadores. Uno de ellos era el vampiro y los otros tres tenían que capturarlo. Para ello, el vampiro se iba moviendo por un mapa de Europa mientras que los otros trataban de adivinar su paradero a través de una serie de pistas y pruebas que iba dejando a medida que se movía.

Sorprendentemente, hoy veremos que la trama de este juego tiene una cierta y curiosa base histórica, ya que en la historia del Drácula real se va a parecer, y mucho, a este juego al presentar el conde húngaro más famoso de todos los tiempos una curiosa capacidad de movimiento en el terreno que no solo le preservará temporalmente la vida, sino que pondrá en serios aprietos a sus perseguidores. Así que, allá vamos con la historia más mediática (eso sí, a posteriori) de toda esta trama: Drácula y Hungría.


Tablero del juego "La Furia de Drácula"


Un conde inquieto

Drácula, como hemos visto en los anteriores capítulos era el príncipe de un condado dependiente de Hungría (Valaquia) fundamental para la defensa del reino al encontrarse en una zona de intensa actividad y empuje otomano. Como parte de este juego de alianzas y traiciones, también habíamos visto como Drácula había pasado parte de su infancia en la corte otomana como rehén de la promesa forzada de lealtad hecha por su padre a los turcos, sin embargo, por avatares de la vida, había terminado por volver a ocupar su lugar como príncipe, de nuevo, con el apoyo y protección húngaras.

Resulta evidente que su política es, en cierta medida, autónoma pero que, al mismo tiempo, su destino está muy ligado al de Hungría como reino vasallo (su existencia resultaría imposible sin el concurso de este reino) por lo que lo que haga el conde afecta y mucho a Matías, rey de los húngaros.

En 1462 Drácula decide cruzar sus fronteras y atacar a los turcos moviéndose hacia el sur. Para tomar el primer fuerte hace uso de ingenio y, sobre todo, dotes lingüísticas y engaña al jefe de la guarnición turca animándole a abrir las puertas en turco fluido (hay que recordar que había pasado su infancia en Anatolia y se ve que aprovechó el tiempo) para después masacrar la guarnición. Luego de tan curioso engaño, decide dedicarse al pillaje por lo que hoy es Bulgaria dejando una curiosa contabilidad de exactamente 23.844 muertos según la carta que envía a Matías.

Parece que los movimientos de Drácula son algo más que una expedición de pillaje, relativamente habitual en época feudal, y llaman la atención del Sultán que, pertrechado por tropas decide resolver el problema por vía militar (y aquí ya entramos en un terreno más pantanoso para Hungría) e ir a Transilvania para capturar al inquieto conde. Dracula, consciente de que no puede hacer frente a un ejército otomano bien equipado escapa literalmente de una ciudad a otra, mientras literalmente el Sultán persigue al conde por Transilvania (no sabemos si solo de día) como si de un filme de vampiros se tratara.

En una de estas, Drácula va a intentar un movimiento digno de una película de ese género y, aprovechando la oscuridad de la noche, intentará asesinar al Sultán acercándose sigilosamente a su tienda y atacándolo a traición, buscando así una desbandada de su ejército. Este movimiento, que será conocido como la Batalla de las Antorchas termina en fracaso, puesto que, por lo visto, Drácula y su patrulla se medio pierden en el campamento y terminan atacando a los visires en vez del sultán, por lo que este se levanta vivito y coleando, decidido a continuar la persecución ante tan especial personaje.

Representación de la conocida como "Batalla de las Antorchas" en el campamento otomano.


Y es en la persecución inmediata a este hecho donde el sultán tendrá ocasión de ver el famoso “Bosque de los Empalados” que le dará fama al conde ya que es ahí donde el Sultán queda “maravillado” al ver a más de 20.000 personas empaladas (esto es, clavadas en una estaca desde la boca al ano estando vivas en el momento de la perforación) en una zona boscosa. Tal y como nos cuenta un historiador otomano:

Había grandes estacas allí en las que, como se decía, unos veinte mil hombres, mujeres y niños habían sido ensartados, todo un espectáculo para los turcos y el mismo sultán. El sultán fue sorprendido por el asombro y dijo que no era posible privar a su país de un hombre que había hecho grandes obras, que tenía una comprensión tan diabólica de cómo gobernar su reino y su pueblo. Y dijo que un hombre que había hecho tales cosas valía mucho. El resto de los turcos se quedaron atónitos cuando vieron a la multitud de hombres en las estacas. Había bebés también pegados a sus madres en las estacas, y los pájaros habían hecho sus nidos en sus entrañas.

Representación contemporánea del alegre "Bosque de los Empalados"


Como podemos ver, el Sultán curiosamente queda positivamente maravillado con la “obra de Drácula” pero no por ello, decide dejar de perseguirlo. En este momento, Vlad Dracul, después de presentar varias pequeñas batallas utilizando una particular estrategia de “tierra quemada”, se retira a las escarpadas montañas de Transilvania y pide ayuda a la única persona capaz de proporcionársela: Matías Corvino, el rey de los húngaros.

Supesto castillo de Drácula en Transilvania (más probablemente fue el castillo de su padre)


Éramos pocos … y llegó Matías

Matías se toma muy seriamente el problema por las implicaciones que puede tener para su reino y, de hecho, se va a trasladar también él mismo a Transilvania para reunirse con Drácula, pertrechado, eso sí, con una parte importante de su Ejército Negro. Allí tiene ocasión de ver in situ como está la situación y decide, aunque no necesariamente era su idea inicial, que lo mejor para Hungría en este caso es evitar una guerra a gran escala con el Imperio Otomano (que había movilizado a unos 100.000 soldados por el “temilla” de Drácula) por lo que detiene a Drácula y se lo trae de vuelta a su castillo de Visegrado (20 kilométros al norte de Budapest) para encerrarlo en una especie de “arresto domiciliario”.

Las razones que da para deponer a su príncipe son, de hecho, muy poco creíbles ya que lo acusa de haberse ofrecido a los turcos en base a unas cartas que, hoy en día, parecen a todas luces una burda falsificación para defender una acción poco justificable desde un punto de vista legal. Se han estudiado con detalle estas cartas y según señala el historiador rumano Florescu todo indica que «[El] estilo de escritura, la retórica de la sumisión mansa (difícilmente compatible con lo que sabemos del personaje de Drácula), la redacción torpe y el pobre latín» hacen pensar que la falsificación es una mera excusa formal.

Y es que la campaña de Drácula contra los turcos contaba con la bendición espiritual del Papa, pero también con la financiación de los “lejanos” ducados venecianos que habían aceptado apoyar la empresa pensando en una posible victoria del conde. Por eso, Matías, partidario de una política menos agresiva con el Imperio por el riesgo que podría suponer para su reino, decide prescindir de él, acusándole precisamente de justo lo contrario a sus verdaderas intenciones en relación a los turcos.

El encarcelamiento del Conde

Drácula pasará catorce años arrestado entre Visegrado y Buda, después de estar en un breve periodo en Belgrado.  De este periodo, que más bien podría ser una especie de “arresto domiciliario” sabemos poco o nada (ya sabemos que la vida en confinamiento no trae hechos especialmente interesantes) pero lo que sí sabemos es que después de todo este tiempo Matías decide liberar a Drácula y, en verdad, la razón de su liberación nos hace pensar que los motivos que llevaron a su encarcelamiento no tenían una base muy verídica.

Vivienda en Budapest donde se cree que Drácula pasó su "arresto domicialiario" en Hungría.


Después de que Drácula dejara Transilvania, parece que a Matías se le fue algo la situación de las manos, ya que el nuevo príncipe parece que no sólo es más pacífico en relación a los turcos sino que acaba bajo su esfera directa de influencia, por lo que el rey húngaro piensa en reponer al “leal” Drácula en su puesto, eso sí, obligándolo a una conversión forzosa al catolicismo (era ortodoxo) antes de salir.

Pero antes de volver a su tierra natal, lo envía a pelear contra los turcos al sur, en Bosnia, y aquí es donde la historia se vuelve interesante para mis compatriotas de Pécs, ya que sabemos a ciencia cierta qué pasó una temporada corta en Pécs donde, de hecho, compró una residencia.

Este hecho (la compra de una casa por parte de Drácula en Pécs) está perfectamente documentado y hoy en día se guardan las escrituras de su venta. El problema de las escrituras está en que la “Drakula Haza” (que así aparece en el documento oficial) aparece en un punto intermedio entre lo que es hoy en día Szechenyi y Jokái Tér, pero debido a los cambios en el trazado urbano no podemos conocer a ciencia cierta su punto exacto, aunque arqueólogos de la Universidad de Pécs afirmaron haber encontrado su localización precisa en 2009 cerca de (ironías de la vida) lo que hoy es un fast-food de comida turca . De todas formas, para aquellos que conozcan Pécs, sabrán que la distancia que va entre ambas plazas es de menos de 50 metros por lo que podemos tener una idea bastante aproximada, pero no exacta de su localización.

Poco más sabemos de su estancia en Pécs, más allá de esta compra, pero, lo que también es cierto y quizás añade algo de picante a toda la historia que envuelve al personaje, es que Drácula venderá más tarde su Pécsi casa a otra persona que, poco después morirá condenado a morir por flagelación contribuyendo un poco más si cabe a aumentar el mito del personaje.

Lugar exacto donde se cree que, arqueólogos de la Universidad de Pécs encontraron la "Drákula Háza"


De todas formas, no parece probable que el conde pasase una temporada larga en la ciudad ya que no se conserva más registro que esta compra. Después de pelear en Bosnia, volverá a Valaquia donde Matías lo reconoce como príncipe, pero no le proporciona medios militares para recuperar su principado, aunque sí mueve todos los hilos diplomáticos que puede para que este se encuentre con apoyos entre los habitantes del reino.

Allí, Vlad, con la ayuda del rey de Moldavia (vasallo húngaro) reconquista su tierra, haciendo que su rey, Basarab Laiota, tenga que huir al Imperio Otomano, que a su vez le ofrece ayuda y refuerzos militares para recuperar su reino y la influencia perdida. Así, el antiguo rey, con apoyo otomano, en su primer intento de reconquista logrará matar finalmente a Vlad, cuya cabeza fue enviada, según nos cuentan testimonios de la época al mismísimo sultán terminando por el momento con una historia que dará para muchos relatos en futuro.


La historia de Drácula. Mito y realidad.

Y es que la historia del conde húngaro dará para mucho en los próximos años. Drácula había tenido más de un problema con los sajones de Transilvania y de ahí que rápidamente empiecen a correr relatos por Europa acerca de su crueldad, especialmente por tierras alemanas. En ese sentido, la expansión de la imprenta (que fue un invento alemán) contribuirá a acrecentar parte del mito que nace posiblemente a través de panfletos denunciando sus supuestas tropelías.

Panfleto alemán donde se señala el particular gusto de Drácula por los empalamientos.

De todas formas, el verdadero auge del mito de Drácula lo encontraremos con la novela del autor irlandés Bram Stoker, que en 1897 publicará la novela que lo hará mundialmente famoso. Stoker, que de hecho conoce la historia a través de un ocultista húngaro mezcla en el personaje de Drácula a dos personas (Vlad Tepes II y III) y además le añade elementos propios del folklore eslavo como es la idea del vampiro, pero dándole una perspectiva original y propia.

En este sentido, hay que aclarar que la figura del vampiro existía ya en el folclore eslavo pero con unas connotaciones algo diferentes a las de hoy en día. Los vampiros eran una figura más parecida a lo que hoy podría ser un zombie, ya que eran muertos que se introducían en el mundo de los vivos, generalmente de noche, con el fin de atacarlos y atraerlos a su reino. La conexión que hace Stoker con la succión de sangre y los murciélagos son elementos más propios del Romanticismo, pero que también tienen una base histórica en otro personaje noble húngaro (en este caso femenino) de nombre Erszébet Bathory de la que hablaremos, quizás, en otro artículo.

Versión moderna del clásico de Bram Stoker: Drácula


Y es que en relación a este último punto (La “hungaridad” de Drácula) hay que señalar que, aunque popularmente todo el mundo hoy en día conecte al conde con Rumanía, el Drácula de Stoker era de origen Szekler (simplificándolo mucho, húngaros de los Cárpatos) por lo que, metiéndonos en debates acerca de “apropiación cultural” que tan de moda están hoy en día, se puede decir, que los húngaros tienen derecho a, por lo menos, compartir parte de la fama del conde más famoso de todos los tiempos.


Dos pequeñas aclaraciones:

En el texto se ha utilizado indistintamente el nombre literario de Drácula con el de Vlad Tepes III (su nombre real). El nombre que utilizó realmente el personaje fue Vlad Dracul o Tepes, pero como licencia literaria, se ha optado por utilizar su nombre “artístico”

Los Szeklers son una tribu de habla húngara que habita en Transilvania desde el siglo IX. Aunque hablan la misma lengua, ellos se consideran aun hoy en día, una nación independiente, con sus propias costumbres y folclore, respecto a Hungría (aunque también con importantes similitudes)

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